7 argumentos contra el impuesto a bebidas azucaradas

El pasado 23 de octubre, la revista en línea NewStatesman.com publicó una columna en la que Ruby Lott-Lavigna menciona 7 argumentos contra el impuesto a bebidas con azúcares añadidos.

1.- El impuesto es clasista: El autor tiene un argumento válido al afirmar que, “pese a que el sentimiento detrás de las propuestas del chef Jamie Oliver están bien intencionado, en su mayor parte el impuesto penaliza a la clase trabajadora.”

El argumento contra el impuesto al azúcar no es contra la regulación a estos productos, sino que es contra una exacerbación de la ya pesada carga que los gobiernos dejan caer sobre los pobres.

Este impuesto se capitaliza en la pobreza, que ha causado que la gente consuma malas dietas en primer lugar y que aumentan las restricciones a las limitadas libertades de esta clase.

2.- El impuesto al azúcar es un impuesto a los pobres con un efecto que causa muy poca diferencia a las vidas de las clases media o acomodada, por lo que no cumple con la función de desincentivar el consumo (como se ha asegurado en México), sólo penaliza a los más pobres.

3.- Al chef Oliver se le puede defender por su trabajo, sus numerosos libros de cocina y por su entusiasmo puro y libre de tapujos por las delicias culinarias. Se le atribuye ampliamente el hecho de que en un mundo donde reina la comida rápida comercial o comidas preparadas de supermercado, Jamie mantiene la alternativa de consumir alimentos y bebidas naturales.

Sin embargo, se debe mencionar que en ese contexto donde se consume sólo lo mejor, sólo alimentos orgánicos, no existe la pobreza. Para nuestra desgracia, la realidad es que la mayoría no vive en esa utopía en alta resolución y de clase, sino en una realidad donde se vuelven a subir los impuestos a lo que consumen los trabajadores de menor ingreso, poca educación y que mayor tiempo pasan en sus trabajos o desplazándose desde y hacia su hogar.

4.- Mientras el gobierno y los legisladores sigan aumentando los impuestos para los trabajadores y reduciéndolos para las empresas de mayores ingresos, la petición del impuesto a las bebidas azucaradas y los alimentos con alta densidad calórica son perniciosos y están fuera de lugar y son regresivos.

5.- Si se desea que la gente no siga comiendo tanta basura la campaña debería ser por una mejor salud, mejores desayunos en escuelas, contra los recortes en salud que tienden a hacer los gobiernos, para que la gente pueda dejar de gastar en medicinas y hospitales y comience a comprar ensaladas y otros alimentos.

6.- Quizá el impuesto al azúcar funcione reduciendo el consumo en las clases más pobres, pero vivimos en una sociedad donde alguien escoge entre tomarse una Coca y alimentar a su hijo. En esas situaciones la obesidad no es el problema principal.

7.- Queremos creer que los que piden más impuestos buscan ayudar, pero sus esfuerzos están mal encaminados. Sería erróneo pensar que la malnutrición es sólo un problema de dieta. La lucha no es contra las bebidas, sino por el deporte, contra la inseguridad alimentaria, la pobreza y en favor de la educación y la salud.

Fuente original: NewStatesman.com.

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